Atardecer en el norte del país. Estelí, Nicaragua

jueves, 2 de febrero de 2012

La fuerza de vivir

No sabía en realidad en qué me estaba sumergiendo, sólo sé que tenía que ir al médico esa mañana. Hasta ese momento todo marchaba bien.

Mientras estaba sentado en la camilla viendo mi radiografía en la pantalla, la doctora no halló otras alternativas que decírmelo así:

-         Es peor de lo que indicaron los primeros análisis. Los otros doctores tenían razón. En las radiografías aparece una estrella que está explotando, es una forma de cáncer muy poco común. Extraordinaria.

Cáncer, es una palabra que en ése momento deduje y quise agregarle otra más, muerte. Y la doctora me dijo que era extraordinario. ¡No me haga el favor!
-         ¿Extraordinario? Le dije con los ojos empapados de lágrimas.
-         Sr. Quizás le quede un año más de vida. Fueron las palabras de aquella doctora anciana cuando cerró el folder.
La dejé de ver y quería soltar mi llanto. Insistí:

-         ¿No se puede operar? ¿No se puede hacer nada? ¿Algo que pueda prolongarme la vida?
La cara de lástima que tenía la anciana por mí era posesiva, parecía que estaba a punto de llorar como si fuese un familiar mío. 
Y estoy seguro que estas dos letras que me dijo le dolieron muchísimo:
  No.

Yo me caracterizaba una persona buena, me gustaba ayudar. Pero me molestaba la confianza de los demás, y mi trabajo porque me alejaba de mi familia. Mi bella esposa me dejó por eso, nunca tenía tiempo para ellos, mi familia y ella llegó hasta un momento que separarnos era lo ideal. Se fue con mis dos hijos varones, menores de 13 años. Después de esa mala noticia en el hospital, decidí ir a verlos, el tiempo no había como detenerlo, quería verlos.

Era domingo. Estaban jugando baloncesto como siempre, quería al menos poder jugar con ellos por última vez:

-         ¿Cómo están hijos? ¿Dos contra uno que dicen? Vamos a ver si me ganan.
-         Ni si quiera te gusta el básquet. Contestó el mayor.
-         No lo creo, estuve practicando muchas horas. Les decía mientras me desabotonaba mi manga larga.

-         Trabajas todo el tiempo. ¿Cuándo tienes tiempo para practicar? Me lo afirmó con tono irónico.
Mi ex esposa se acercó… Por su gesto cómo venía, supe que estaba indispuesta:
-         ¿Qué haces aquí?
-         Vine a jugar básquet.

No había otra cosa que decirle, pero no le pareció la idea:

-         Debes de llamar antes de venir. Me dijo muy enojada.
Entendí que me tenía que ir, no era un buen día para mí, ni para ir de visita. Pero mis hijos me querían a pesar de mi trabajo y mi escaso tiempo que les dedicaba.

Me hizo sentir mal ese momento, porque no se imaginaba la mala noticia que paseaba por mi mente a cada segundo. Había perdido a mi familia por no tener una agenda, por no darme unas horas libres para estar con mis hijos. Por mi estúpido trabajo complicado los perdí.

Al día siguiente…

Llevaba una maestría en la universidad. La clase aburrida que nunca prestaba atención se hizo un poco interesante. Había una mujer guapa a dos escalones míos. Me puse de pie, le pedí disculpas al profesor y me coloqué a un asiento de ella. Con una sonrisa sacudió su cabeza de lado a lado como diciendo que no. Sólo le susurre qué era lo que le había preguntado el hombre que hace minutos salió del salón. Ella dijo que se había confundido de aula, que andaba perdido.

Al salir de clases, me le adelanté y le dije que nunca la había visto en esa clase que me parecía extraño su rostro. Y se trataba de que siempre pasaba dormido, por eso, no la había percatado antes.

Íbamos platicando hasta la entrada de la universidad – ya era hora de salida- ya que estaba planeando algo. Me interesaba saber más de ella.
Le dije que vendía seguros de vida, que la empresa nos alentaba a seguir estudiando como la clase de hace minutos y que nos ayudaba a llevarnos bien con los clientes.

Después de eso me dijo:

-         Bueno fue divertido, medio conversar. Adiós.
-         Es temprano, conozco un restaurante italiano. Quería que aceptara la propuesta para conocerla mejor.

Juré por Dios que pensé que iba a decir que sí:
-         Yo también. Sonrió y dio vuelta atrás.
Creí que se estaba dando una oportunidad, pero al parecer era de las difíciles. No la entendí por ese instante, así que le dije:

-         ¿Creí que podía haber algo entre nosotros? Una amistad.
-         ¿Entre nosotros? Sr. Su raro encanto y su extraño conocimiento de la historia militar en mi noche o en mi vida, o en ningún otro lugar donde este pensado meterse. Fue divertido dejémoslo ahí.

Le dije que no se halagara tanto y le agregué azúcar al café:
-         No se halague tanto. Mi vida está un poco complicada ahora.
-         La mía también. Me contestó de inmediato.

-         Bien. Entonces nos comprendemos. No sabe esto de mí pero me pongo atrevido una vez cada cinco años. Y hoy me toca. Si está saliendo con alguien, bien. Si ya no y odia a los hombres, bien. Si tiene otros problemas, la compadezco. Pero como hoy es mi día, le diré dónde y cuándo cenaremos. 7:30 pm, el miércoles, en la esquina del “Árbol Colorido”, ahora se me olvida el nombre, pero sobresale un toldo amarillo. Sí no va, está bien, no tengo problema. Y tenía razón fue divertido.

Termine mis palabras, ella estaba asustada con una leve sonrisa, y puedo atreverme a decir que en su mente pasaba ¿“Qué le pasa a éste hombre”? pero no estaba loco, quería cenar con ella. Me di la vuelta y me fui.

La noche de la cena

Llegué minutos antes, reservé una mesa para dos, pedí una botella de vino mientras la esperaba. Me había puesto saco y corbata para la ocasión. Hasta me peiné bien, pero no estaba nervioso.

Pasaron los minutos del tiempo real y no llegaba. Me estaba desesperando volteaba a ver por todos lados, pedí la mese cerca a la ventana, para verla llegar o si en caso se perdía.
En los movimientos desesperantes de mi cuerpo, vi en el restaurante de en frente que alguien se tapó el rostro con un libro rápidamente. Dejé de ver e inmediato giré nuevamente. Era ella, sonrió y se disculpó a mudas desde lejos. Le hice de señas que era aquí era la cena, se levantó y cruzó la calle.

Se sentó puso su bolso a lado de la silla, se abotono el sueter,  adelanto la silla , se puso cómoda y me dijo:

-         Deje de verse tan satisfecho. Sólo…
-         ¿Va tomar algo señorita? Interrumpió la mesera.
-         Sí un vodka con limón por favor.

La estaba mirando con una sonrisa muy amena. Le pregunté:
-         ¿Sabe qué vamos hacer hoy? ¿después de cenar?
-         Cuando terminemos de cenar me lo dice. ¿Sabe que es muy extraño?
-         Quizá sea cierto, pero vino. Le conteste con mi estimada sonrisa.
-         No sé que estoy haciendo aquí. Se lamentaba sarcásticamente.
-         Hoy haremos una… Me interrumpió alterada.
-         Sí está pensando en una locura sexual se equivocó de mujer.

Pero no tenía en realidad eso en mente. Después de cenar caminamos unas cuántas calles. Estábamos en la parte de atrás del cine. Con mis amigos fui a ver muchas películas gratis, éramos muy traviesos y vagos.

Abrí como en los viejos tiempos la puerta de seguridad que es la que lleva a la puerta de salida de la primer sala. Entramos… no hicimos mucho ruido, ni cuenta nos dábamos que película se estaba estrenando, pero no duramos mucho tiempo unos de seguridad nos alumbró el rostro y dijo que teníamos que ir a la administración. A Sarah le susurré en el oído que volviera a salir por la parte de atrás sigilosamente. Cuando el de seguridad no me estaba viendo salí corriendo detrás de ella, escapamos fácilmente.

Ella no paraba de reírse, me dijo que estaba loco, que podíamos estar en la cárcel ahora mismo. Eso era la que trataba de hacer, divertirla, la notaba una mujer tensa...

miércoles, 1 de febrero de 2012

"Para mí la radio es un recuerdo de mi madre"

 La comunicación y la transmisión radiofónica son las herramientas más sagradas de Azucena Castillo, nacida bajo el signo de Aries el 9 de abril de 1968, dedica su vida a difundir su voz. Su experiencia y trayectoria ha sido bien satisfactoria, altamente productiva, porque ha logrado muchas metas, y  la radio siempre fue su pasión desde pequeña.

Licenciada en Periodismo en 1990, y de algunos cursos incompletos como, Ingeniería Agronómica y Matemáticas, sin embargo la radio siempre la amó desde su infancia. Azucena Castillo ha estado dentro del mundo de la comunicación desde 1985 en diferentes radios nacionales,  semanarios escritos y canales de televisión. Su período más largo le tocó en Radio la Primerísima  donde aprendió demasiado, tanto como fuera y dentro de Nicaragua, hasta que asumió su reto, la Dirección de Radio Universidad.

¿A qué edad empezó tu pasión por la radio?
Desde siempre, porque yo me dormía a la orilla de mi mamá escuchábamos Radio Mundial, me gustaba, oía cuentos, me entretenía. Yo creo que eso era lo que le gustaba a mis padres por eso seguí ese camino. Para mí la radio es un recuerdo de mi madre y empecé desde pequeña a los 13 años, en la UNAN en Radio Local.

¿Cómo llegó Azucena Castillo a la radio?
De varias entrevistas por el productor de la radio, me gustó cómo estaba la radio, me gustaba animar, la pegué (ríe), además por los programas y la forma de desenvolverme en todo lo que era radiofónico.

¿Qué pensaba de Radio Universidad, le gustaba?
La miraba gigantesca, la única en FM se escuchaba bonito.

¿Antes de ser directora te desempañabas en un tipo de cargo en RU?
En programas de todo tipo, musicales, ambientales, económicos, universitarios, de todo la verdad.

¿Qué te ha parecido la dirección de la radio?
Una nueva experiencia, un desafío para mí, porque RU no se escuchaba mucho, en cambio ahora, estamos a los 100 watts de potencia, cosechando nuevas amistades, jóvenes dispuestos y valiosos. La oportunidad que brinda la Universidad Centroamericana (UCA), es enorme por eso me siento orgullosa de ser UCA y de ser Directora de Radio Universidad.

¿Cuánto tiempo lleva de ser Directora?
Cerca de los tres años.

¿Cómo ha sido la experiencia en el transcurso de su cargo?
Intensa. Hemos desarrollado estrategias para consolidar, además la estructuración y construcción de políticas como la prensa de RU, una de las tácticas y maneras para establecer mejores relaciones con la carrera de periodismo en la UCA, y  programaciones variados.

¿Cómo es la imagen de RU?
Alegre, colorida, dinámica, con varias actividades, es una radio espléndida.

¿Cómo ves la radio en unos 2 años?
Altamente productiva (ríe), competitiva y en los primeros lugares de audiencia.

¿Qué quiere de Radio Universidad?
Que los jóvenes la asuman, que le ofrezcan al pueblo de Nicaragua una producción radiofónica de primera, o sea, alegre, divertida e informativa.